Si no lo cuentas es como si nunca hubiera sucedido...

sábado, 17 de marzo de 2012

El Facebook y Nuestra Reputación. Adiós a mi carrera política.

Durante una parte importante de mi vida, concentrada fundamentalmente entre los 12 y los 20 años, mi reputación fue el sentido de mi existencia.

Nadie sabe los esfuerzos que he tenido que hacer por ser “guay”… Sobre todo económicamente, porque no creáis que es barato cambiar el armario ropero cada vez que los vientos soplaban de un lado diferente.

Yo he sido de todo:

Pija Cortijera, enfrascada en un maloliente Barbur que parecía que iba a salir a cazar ciervos.

Choni de pueblo. No creáis que aquello fue fácil, porque por aquella época no había en Badajoz un Bershka o un Stradivarius para conseguir fácilmente el look! Una se tenía que buscar la vida comprando aquellos pantalones de chándal con corchetes a los lados, tipo jugador de Baloncesto, como si en cualquier momento fuese a tirar de aquello y hacer un Striptease en plena calle.
Además, para completar el look, chillaba cual gitana en el mercadillo, decía tacos y ordinarieces y adoraba la música “chumba-chumba” de discoteca pastillera. Discotecas  pastilleras a las que no había ido en mi vida.

Mi madre aún recuerda aquellas Converse con tacones que me pillé en el mercadillo de Santa Pola. Menuda bofetada al buen gusto era aquello!!

Hija ilegítima de Kurt Kobain. Mi hermano me decía “para ser un grunge auténtico, te debe dar igual tu manera de vestir. Debes coger lo primero que pilles en el armario y salir a la calle”. No sabía lo que decía! Si hubiera cogido lo primero que había en el armario habría salido vestida de choni o de pija. Así que volví a montarle un show dramático a mi santa madre y fuimos al Corte Inglés a encontrar el look “el mundo me da igual, paso de todo, el suicidio es guay”.

Aquella época fue horrible. Mis pies no han vuelto a ser los mismos desde aquellas Martin’s de imitación, duras como piedras.
Además, el Smell like teen spirits molaba un montón, pero dos horas escuchando el disco y entendías por que el pobre de Kurt terminó zumbado. Así que entre tema y tema de Nirvana me ponía a bailar Mariah Carey en aquella habitación repleta de posters de Take that. Menuda esquizofrenia….

No penséis que la cosa acaba ahí, que he sido más cosas: jipi, popi, oficinista cachonda, hija de Satán,… Pero este no es el foco de lo que os he venido a contar hoy.

Yo lo que os quería explicar es la distorsión que la red social Facebook está creando en nuestras imágenes públicas. Ahora somos lo que decimos ser en Facebook y nuestra reputación depende de lo que ahí colgamos.

Señores, en Facebook no está lo que somos, está lo que queremos que la gente crea que somos. Y sobre todo, está lo que queremos que alguien en concreto (normalmente un tío que pasa de nosotras) crea que somos.

Lo que ocurre es que ese tío, así como el resto, estamos pensando “Sé que anoche, por muchas fotos que subieras, te aburriste y volviste a casa a las dos sin comerte una rosca…”
Pero claro, no sólo ese tío al que quieres demostrar que eres guay está mirando tus fotos… Las está viendo el mundo entero y quedarán ahí por los siglos de los siglos!!

En mi caso, desde que subí esta foto asumí que mi carrera política se había ido a la mierda…



Ahora resulta que Facebook tiene una aplicación que explica al mundo en cada momento lo que estás escuchando en el Spoti. Y claro, estoy muerta de miedo porque como he sido pija, choni, hija  ilegítima de Kurt Kobain, jipi, popi, oficinista cachonda e hija de Satán,… pues lo mismo me enchufo el Guantanamera, que los Creedence Clearwater, que la Pantoja, que Vetusta Morla.
Y acabo haciendo listas de Spoti de este tipo:

Tó me gusta, como a los tontos

Espero que os guste!!! Y si me ven por Facebook escuchando a la Panto justo después de los Alice in Chain, no me lo tengáis en cuenta.

sábado, 10 de marzo de 2012

Una Catalana con Jamón, Por Favor!

Así llamamos en BadaYork a lo que por estos lares denominan “el pà amb tomaquet amb una mica de pernil per sobre”.

En adelante, para entendernos todos bien, vamos a denominar a este exquisito plato un “pantumaca con jamón”.
En Badajoz para hacer el pantumaca, que es muy servido en bares para desayunar a modo de tostada, se coge el tomate, se pela y se bate junto con sal, aceite y pelín de ajo. Y con esa pasta que surge se lo untas encima a un trozo de pan que allí llamamos “Mollete”.
Un mollete, para quien no lo sepa, es lo siguiente:



Se llama mollete, porque es la forma que deja en tu cara si lo comes cada día.
“¿Por qué demonios cuenta todo esto María?”, estaréis pensando. “¿Va a hacer una nueva sección de cocina?”. No tranquilos, si queréis un buen blog de cocina tenéis el de mi amiga Elena, titulado Elena en su Salsa, que hace unas cosas la mar de ricas.

Os cuento todo esto porque la primera vez que vine a Catalunya me impactó muchísimo ver como para hacer esta exquisita receta, cogían un tomate, lo partían por la mitad, lo frotaban bien contra la tostada (o “torrada” que le llamamos aquí) y lo tiraban a la basura. Me decían los amigos: “Si quieres otra tostada, repites la operación con un nuevo tomate y punto”

En Badajoz, antes muertos que tirar a la basura el tomate. Me quedé alucinada con ese derroche de medios!  Pensé “para que luego digan que los catalanes son agarraos!”.

Y es que yo no sé si Catalunya es una Comunidad Autónoma, un Estado Independiente, una Nación o lo que quiera que se denomine. Lo que tengo claro es que no se le parece en nada a Badajoz.

Terminé la carrera, me lié la manta a la cabeza y me vine a Barcelona. Me encantaba esta ciudad… Me parecía tan Cool. En Barcelona todo parece Cool. Si a la gente del barrio de Gracia les diera por salir a la calle con un calcetín sudao en la cabeza, los calcetines sudaos en la cabeza serían cools, y media España, Francia e Italia, saldría a la calle al día siguiente con eso puesto. Estoy segura.
Me vine a Barna con una sola maleta (a día de hoy, si tuviera que volver, cargaría yo solita un Boeing 747). Aparecí tras 14 horas de viaje en aquella estación de trenes inmensa, llena de gente y… repleta de carteles en catalán! No había nada en castellano, lo prometo. No esperaba que aquello del catalán se estilase tanto! Tuve que preguntar a una jipi que pasaba por allí cómo cogía el metro para llegar a mi destino porque era incapaz de encontrar nada con aquel maldito idioma. ¿Pero no era un dialecto? ¿Por qué no lo entiendo? Pensaba mientras deambulaba llorando por aquella inmensa estación.



Al  fin logré llegar a la que sería mi casa a partir de ahora. Cuando una abandona una ciudad como Badajoz y se planta en Barna realmente espera poder vivir en esas típicas casas de gente joven que salen por la tele, tipo Friends, de color morado y con un precioso marco amarillo en la puerta




La maldita realidad te da una lección nuevamente.


En la ciudad condal todas las casas son estrechas, viejas, oscuras y caras. Pero a pesar de ello, una, con tal de estar en mitad del meollo, con tal de no perderse esa oferta de la ciudad, paga lo que sea…
Al cabo de unas horas, descubres que, a pesar de la situación, todo queda lejos.

¿Que quieres ir a al bar de moda del centro?

-          Barcelona: 45 minutos de metro
-          Badajoz: 10 minutos de autobús (si vives en las afueras)
¿Ir a trabajar?

-          Barcelona: 30 minutos de metro, 10 caminando y 15 de autobús
-          Badajoz: 5 minutos paseando (y te da tiempo de echarte un café en la Corchuela)
Y así con todo. A veces me he puesto mala (gripes, gastronteirtis,…esas cosas). Prefiero ir a trabajar que acercarme al ambulatorio más cercano… El esfuerzo es menor.

Al final te acabas haciendo a todo. La gente hace ganchillo en el metro, lee, chatea con el Smartphone, … Te acabas buscando la vida para que ese rato pase con cierta dignidad y parezca que puedes aprovecharlo.

Los primeros días, son horribles. Echas de menos todo: la familia, los amigos, la alegría, la tranquilidad, la proximidad de los sitios, la manera de vestir, de hablar, las costumbres,… Todo.

Pero de pronto un día coges la bici, te pones a pasear por la ciudad y descubres lugares que no tienen precio. Recuerdo la primera vez que me senté sola a admirar la Sagrada Familia



No podía dejar de mirarla. Era la construcción más bonita que había visto.
Otra ventaja de vivir en Barcelona es el mar. Vale que la Barceloneta es la playa más artificial de la Creación. Que aunque tenga agua, no ves una miserable gaviota o medusa y, para colmo, ni siquiera huele a mar. Pero esa sensación de salir del trabajo, coger la bici y plantarte en la playa a tomar el sol, es una pasada.

Y llega un día en que te adaptas, te unes a la masa y te acabas haciendo. Y ya no sabes de dónde eres. Vas a tu pueblo y no conoces a nadie. Aquello ya no es tu casa. Tu día a día ya no está allí. Pero está claro que de Barna tampoco eres. Lo de ser pacense se lleva tan dentro que siempre sale. Así que te resignas y piensas que eres de todas partes. “Una catalana de Extremadura o una extremeña de Catulunya”, no como digo yo.
Lo importante, como siempre digo, es ser feliz. Aquí está lo tengo, y allí está lo que soy. En Barcelona está mi casa, mi trabajo, mi amor, mi gente, mi vida,… Y me encanta ver que todo lo que aquí tengo lo he logrado por mi misma. Y allí está lo que me ha hecho ser como soy.


Mi familia



Mis amigos

Mi infancia....
Creo que no volveré (o eso pienso a día de hoy), pero no olvidaré nunca el lugar de donde vengo. Y siempre querré volver.