Si no lo cuentas es como si nunca hubiera sucedido...

sábado, 14 de enero de 2012

Momento Palomitas: Up



La Sexta 3  emite un espacio de cine en el que suelen preguntar a actores y cineastas cuál es su escena favorita de la historia, aquella escena que te ha marcado o que recuerdas con especial cariño. El otro día le tocó el turno a Javier Bardem y me sorprendí bastante al escuchar como, según el actor, la mejor escena del cine eran los 10 primeros minutos de la película Up.

No la había visto, la verdad, pero me costaba imaginar que una película de Pixar para niños pudiera aparecer en un ranking como ese. Así que dejé aparcadas otras películas que tenía pendientes y me puse a verla.

Tal como dijo el actor, al cabo de 10 minutos tuve que parar el video, ir a buscar un paquete de clínex, consolar al pobre David, que estaba casi tan afectado como yo, y reconocer que era la mejor escena del cine que había visto, desbancando del número uno de mi ranking momentos tan inolvidables como el inicio de Annie Hall, el beso a su hermano de Vito Corleonne, la discusión sobre los masajes en los pies de Pulp Fiction o el diálogo del Sargento de Artillería Hartman a sus reclutas de la Chaqueta Metálica.

En ese pequeño espacio de tiempo los genios de Pixar son capaces de transmitir toda la belleza, ternura, nostalgia, tristeza y emoción que podáis imaginar. Todo ello en tono de humor y con la delicadeza y sencillez que aporta la música de Michael Giacchino.

Os dejo el enlace de la película. Para aquellos que ya la hayáis visto, estoy segura de que disfrutaréis muchísimo recordándola, como yo acabo de hacer. Y a los que no la han visto, deciros que os envidio, porque me encantaría poder revivir de nuevo ese momento.
http://www.videozer.com/video/kND8

Con la cárcel no lo pagas

Era mi momento favorito de la semana. Viernes, a las 15:30h, salía de trabajar y estaba a punto de llegar a casa para empezar a disfrutar del fin de semana. Me encanta ese momento…


Cargaba en una mano con el portátil y de otra la bufanda, cuando de pronto, pisé mal. Me fallaron los tacones, mi tobillo derecho se empezó a tambalear y sin apenas darme cuenta eché a volar.


Y me encontré allí, describiendo en el aire una parábola perfecta, sin saber por qué mis pies se habían despegado del suelo. En breves instantes iba a estamparme contra el suelo. El destino estaba escrito.  


Y en apenas milésimas de segundo tomé una decisión: giré mi cuerpo, agarré con fuerza el portátil y dejé que la gravedad hiciera el resto.


El resultado fue que aparecí tirada en mitad de un paso de cebra, con un zapato a dos metros de distancia, la bufanda en la otra acera y con toda la chaqueta manchada de barro. Eso sí, al portátil no le ocurrió nada.


 Lo primero que hice fue lo que cualquiera de nosotros habría hecho en mi lugar: Levantar la cabeza y ver si, por un casual, el tortazo había pasado inadvertido para los transeúntes y conductores que me rodeaban. Bueno, por las caras de “Face Palm” estaba claro que no.


Para quien no sepa qué es un Face Palm:









El tortazo lo vio medio Sant Antoni: Decenas de turistas sentados en una terraza, los camareros, unos mossos d’esquadra que estaban regulando el tráfico, una fila entera de vehículos que esperaban a que cruzase el paso de cebra y un montón de transeúntes que, como yo, pasaban por ahí.


Vaya bochorno!!!


Total, que como tenía medio cuerpo dolorido y la mitad de mis complementos repartidos por la calle, vi que no iba a ser cosa de segundos, así que empecé a reponerme con calma y a esperar que algún alma de las que estaban allí viniera a ayudarme.


¿Sabéis cuántos se acercaron? Ninguno. Y ya no sólo a ayudarme. Ni tan siquiera una miserable persona, de las decenas que había allí, vino a preguntarme si estaba bien. Ni los Mossos!!


Fuerte, ¿verdad? Pues ahora viene lo mejor de todo.


El conductor del primer coche de la fila que aguardaba en el paso de cebra, cansado de esperar a que me levantase, recogiera la bufanda, andase descalza varios metros para calzarme el zapato y me colgase de nuevo el maletín del portátil; cansado de todo aquello, no se le ocurrió otra manera de ayudarme que pitarme para que despejara la calzada.


¿Cómo se puede tener tan poca vergüenza? No lo podía creer. Así que, totalmente poseída por el odio, me planté frente al coche, justo delante del capó y le dediqué mi mejor cara de “Sinvergüenza, con la cárcel no lo pagas” que viene a ser algo así:



Me alejé de la calzada lentamente, tambaleándome, con los pelos revueltos, manchada de barro y cojeando… Pero con la cabeza muy alta y muy digna, eso sí!


¿Se puede ser más miserable que aquel tío? ¿Tanta prisa tenía como para pitarme? Es cierto que me lo tomé con calma y tardé un rato en salir de aquella, pero seguro que si alguien me hubiera ayudado, habría tardado menos. ¿En qué nos estamos convirtiendo?

domingo, 8 de enero de 2012

Momento Palomitas: Concursante

No soy una experta en Cine ni lo pretendo, pero me gusta tanto...

Y a veces veo películas que me entusiasman tantísimo que me veo obligada a transmitir esa euforia a los demás. Con este objetivo nace esta nueva sección de El Blog de lo que Pasa en mi Escalera que vamos a titular "Momento Palomitas".

Sí, ya sé que el nombre es bastante absurdo, qué queréis, es la tercera entrada seguida que hago y mi blog a penas tiene 3 horas de vida... Me he dejado la elocuencia en las entradas anteriores, qué le vamos a hacer...

En fin, volviendo al tema que nos atañe... (cómo se nota que soy mujer, eh? y no paro de irme por los cerros de Úbeda... Que por cierto tenía un colega en Úbeda mu majo él....)

CONCURSANTE es un thriller de acción que trata de un joven argentino afincado en España que tiene la desgracia de ganar en un concurso televisivo la mayor suma de dinero que haya repartido jamás un programa en nuestro país. ¿La desgracia? Pues sí, la desgracia. Por que el premio no es en metálico, sino en Bienes. Y está claro que si existe algo peor que el típico asesino en serie de los thrillers convencionales persiguiéndote, es que te persigan los bancos y el Ministerio de Hacienda.

Os dejo el trailer de la película para ir abriendo boca y os adelanto que en Momento Palomitas seguiremos hablando del director de esta película.

Volem un barri digne


Decía JR Jiménez que "La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos".
 
Yo vivo en un barrio muy digno, capaz de acoger a gentes de todas las nacionalidades, etnias y condiciones. Con historia, murallas, cuna de músicos y escritores que pasarán y han pasado a la historia gracias a haber descubierto el mundo a través de estas calles.
 
Yo no quiero un barrio más digno, yo quiero un barrio más limpio.
 
Ahora cito a Abraham Lincoln: “Cuando el reino es administrado con justicia y equidad, bastará su palabra para que le sea conferida la dignidad que merece”
 
Aquel que carece de dignidad es quien cree que los proxenetas, prostitutas, traficantes, toxicómanos y delincuentes de, pongamos como ejemplo, Pedralbes, barrio que está repleto de este tipo de personas, tienen derecho a una serie de servicios que no tienen los proxenetas, prostitutas, traficantes, toxicómanos y delincuentes del Raval por el hecho de ser gente humilde, pobres, “gente sin recursos”, o como queráis llamarlo para que suene mejor.
 Así pues, resumo:
-          No me gusta ese tipo de carteles
-          Un barrio humilde y sucio puede albergar tanta dignidad como el más exclusivo de la ciudad
-          Hay sinvergüenzas en todos los barrios
-          Aquí, el que no tiene dignidad, es el Alcalde


Ratones en el Raval

Esta Nochebuena el Papa Noël me ha traído unas mascotas un tanto desagradables. Se trata de una familia de ratoncitos de ciudad que han decidido acampar a sus anchas detrás de mi lavadora.


La Naturaleza es sabia y hermosa, no digo que no, pero determinadas criaturas prefiero verlas en el Discovery Channel antes que correteando por la cocina de mi casa… me entendéis, ¿verdad?


La primera noche dejamos un trocito de queso para comprobar si nuestra sospecha era cierta. Eso sí, yo, que me gusta ser buena anfitriona, no iba a dejar un trozo de queso cualquiera, y le puse a mis invitados una estupenda tapa de queso curado de oveja de la Tierra a la que poco menos me faltó que ponerle cebolla caramelizada por arriba por eso de jugar con la mezcla de sabores.


A la mañana siguiente despejamos nuestras dudas y dio comienzo una lucha encarnizada contra nuestros amigos roedores que ha durado una semana.


Como en todo conflicto armado, comenzamos primero por la planificación y el avituallamiento. Primero compré legía…. Muchísima legía… No sabéis cuánta… Y colocamos restos de comida de pequeñas dimensiones por la cocina con el objeto de que los ratoncitos entendieran que aquello iba a ser el campo de batalla, y no el salón, el baño o los dormitorios. En segundo lugar, nos hicimos con una buena provisión de ratoneras, pegamentos para roedores y, lo más sofisticado de todo, veneno de acción lenta.


Llegados a ese punto, aparte de que mi cocina parecía Kabul, comencé a pensar si realmente aquello que hacíamos era o no ético. Me sentía como un auténtico soldado Israelí en plena franja de Gaza (que era la lavadora). Estaba claro que yo en aquel conflicto era el bando opresor y los ratoncitos, sin duda alguna ante aquel arsenal, era el pobre pueblo oprimido.


Mis dilemas morales terminaron a la mañana siguiente cuando vi que no quedaba resto alguno de queso en ninguna ratonera, ni en los pegamentos y para colmo, no sólo se habían comido los venenos si no que, encontraron la bolsita con las dosis y se la comieron casi entera.


Entonces pensé: “Venís a mi casa, la invadís, os coméis mi comida, defecáis en mi encimera (y en las estanterías, el sofá y el mueble de la tele…) y, además de eso, os reís en mi cara…. Estáis muertos!”


El combate duró 5 días y sus respectivas noches.


La mañana del 31 de Diciembre de 2011, fecha que quedará para los anales de la historia, vimos al despertar que habíamos ganado aquella batalla. Dos ratones del tamaño de una vaca habían sido apresados y ejecutados durante la noche dando por terminado nuestro conflicto.


Celebramos la victoria derrochando legía y sonrisas por el hogar, sabiendo que aquel día podríamos disfrutar de una tranquila velada con nuestros amigos para festejar el fin de una año, una guerra y una era para los Larios-Artiga.


A las 18:00h de aquel día, mientras veíamos tranquilamente por la televisión como media España se preparaba para recibir el 2012, volvimos a ver un nuevo roedor deambular.


Y llegados a ese punto, con todos los amigos preparados para venir a cenar y la nevera llena de comida un 30% más cara de lo normal, decidí hacer lo que desde un principio tendría que haber hecho…